En la noche de ayer la estudiante
Camila García se disponía a comprar unas papas fritas, luego de terminar sus
clases. De camino al local, llamado Mandingas, dio con la sorpresa de una gran afluencia de clientes que esperaban
impacientemente ser atendidos por Marta Luz, dueña del negocio. Los consumidores
expresaban su disgusto por la demora. “Como siempre, pedí las papas de
siempre”, dijo Camila. Y agrega: “Yo
le pagué a Marta con un billete de diez mil, pero ella, por su afán, no me
devolvió y cuando le reclamé me dijo que yo le había dado la plata exacta”. Al indagarle
a Luz por lo sucedido respondió “Ella sólo me dio el billete de cinco mil que
es lo que vale las papas que siempre me pide”. Por otra parte, Camila aseguró no
volver al negocio y recomendó que tuvieran más cuidado al momento de atender a sus clientes.
(Informó Cristian Zapata Agudelo)
Qué triste situación, en especial porque Camila era una cliente habitual, la dueña del negocio debía conocerla y no tenía por qué pensar que le estaba mintiendo. Ojalá no se vuelva a repetir, porque esto no es bueno para la imagen del negocio. Interesante noticia, buena redacción.
ResponderEliminarJulieth Carolina Alvarado Ramírez
Qué mal como se pierde un cliente por el afán del momento.
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