martes, 26 de abril de 2016

Dime, por favor...Carta a una mujer. Por Brian Felipe Sarmiento.

… Dime por favor, dímelo si lo sabes, tal vez la conozcas mejor que yo. ¿Qué  puedo decir? Tan solo recuerdo el momento en el estando sentado en una banca miraba con detalle una mujer de menos de 1.70. La cual, te voy a contar un secreto, siempre que lleva ese casco se ve más tierna y dulce de lo normal.
 
No lo puedo negar: me gusta. No, no creo que tan solo me guste.
Han pasado tantas cosas, tantos sucesos, tantos momentos felices e infelices. Recuerdo con facilidad tu primer beso, nuestra primera conversación, nuestra primera salida de manos, nuestra primera comida juntos, nuestro primer helado, nuestro primer despido, nuestras primeras indiferencias juntos, nuestra primera discusión, nuestra primera locura y nuestras primeras lágrimas. Esto último es el resumen de mi única y verdadera intensión, tu felicidad.
Al fin y al cabo como me decía un viejo amigo mío, mi abuelo: todo el mundo se acaricia, todo el mundo se da besos, todo el mundo tiene sexo. Sin embargo, lo fundamental son los pequeños momentos que vives con aquella persona, lo que hace la diferencia en tu vida. Te puedo asegurar que este anciano que me dijo este pequeño secreto no se equivoca, porque al igual que yo, miraba con orgullo la mujer con la que tuvo la oportunidad de compartir sus preciados y diminutos momentos.
Dímelo por favor, por qué las personas se enamoran de maneras misteriosas “Thinking out loud”, por qué, dímelo por favor. No quiero ser una emoción equivocada, quiero ser el hombre que esté contigo. Quiero ser el causante de tu ira y tus sonrisas. Quiero ser el hombre que comparte una manilla contigo. Quiero ser cada día el bonito recuerdo que te haga sonreír. Sería un halago ser este hombre.
Sabes que más recuerdo, las palabras de la vendedora de manillas, espero que mi deseo se cumpla y espero que el tuyo también. Me decepciono de mí mismo Yes, la verdad es que cada día vivo con inseguridad, con el temor de que pueda perderte, y esta realidad desencadena en mi acciones que no debería efectuar, pero es que no aguanto la idea de no estar contigo, no la aguanto, ya que lo que  está pasando con nosotros en este momento es todo lo contrario a lo que mi deseo debería cumplir.
Dime por favor, tal vez la conozcas más que yo, dímelo por favor, no, yo te lo voy a decir, te lo voy a contar, y tú  me darás la razón, dime porque es imposible dejar de amarla, dímelo por favor, tal vez porque en realidad yo no quiero.
Que puedo decir, hasta los cascos rojos enamoran. Hasta los crespos conflictivos enamoran. Hasta la competencia enamora. Hasta los pequeños momentos enamoran. Hasta tú enamoras, hasta tú me enamoras. Hermosa.

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