Érase una vez un individuo de nombre Duvan Gonzales, también llamado el astrónomo estepario, de unos 23 años. Andaba en dos pies, usaba vestimentas y era un hombre. Pero en el fondo era un astrónomo estepario.
Aunque el comienzo suena conocido, se le advierte el lector que este no es Harry Haller, y la pluma no la empuña un tal Hermann Hesse, un J.D Salinger, un Fitzgerald ni muchísimo menos una Virginia Woolf, o alguna mujer valiente como las hermanas Brontë ni ninguna Plath…
Es más, el siguiente tratado, si se le puede llamar así, difiere completamente del existencialismo que exponen al lector los personajes anteriores.
El astrónomo estepario difiere en aspectos considerables con el lobo estepario, empezando por su apariencia física. El uno, Haller, de una contextura corpulenta, no muy alto, cabeza afilada y un peinado peculiarmente corto. Mientras que el otro, Gonzales, no es ni muy grueso ni muy delgado, alto, una cabeza algo rectangular y un peinado un poco más largo que el de Haller.
La similitud entre los dos puede estar en la dualidad en cada uno de ellos: uno hombre y lobo; el otro hombre y astrónomo, ¿u hombre y pensador? Mientras que el uno vive una lucha entre su razón y lo bestial, la nobleza y la fiereza, entre esconder o repudiar al lobo; el otro es una confrontación entre lo que implicaba ser hombre y ser un pensador.
Volviendo al punto de enfoque, el astrónomo estepario, podría decirse que creció en un contexto muy similar al que el lector muy probablemente se ha visto expuesto, rodeado de una familia conformada por un núcleo de padres y hermanos, con las obligaciones normales de cualquier hombre. Sin embargo las situaciones conllevarían a que el astrónomo, ahora pensador, se viera aislado de su entorno social.
Podría decirse que el gran acontecimiento que conllevó a eso fue el cambio de ciudad. Verse alejado del entorno al que estaba acostumbrado en la ciudad que muchos llaman “la ciudad de la eterna primavera”. De su familia, a la que podría describirse unida; y ahora se encontraba en “la sucursal del cielo”… Pero ¿por qué él no la consideraba así?
Debido a esa falta de pertenencia, los primeros dos años de 10, fueron peculiarmente solitarios. Duvan se negaba a aceptar que pudiera haber otro hogar al que estuvo acostumbrado por 10 años de su vida; hogar que de un momento a otro le fuera arrebatado. Luego la incomprensión de esto lo llevaría a presumir al que fuera su antiguo territorio y distanciar a los otros que defendían su terruño.
Sin embargo, debido a esto, los dos años que fueron dedicados a él y su familia, le dejaron tiempo de sobra para pensar. Luego de dos años, el pensador estepario por fin empezaba a hacer amigos. De todos los que conoció solo conserva algunas amistades, con una peculiaridad: de su pequeño círculo social, todos, a excepción de dos de ellas, eran como él; unos lobos sacados de sus manadas, alejados de sus lugares de orígenes, por lo que en sí, podría decirse que el lugar fue siempre ajeno para él. Y probablemente, lo sean ahora muchos sitios.
Después de terminar sus estudios de bachillerato y atención pre-hospitalaria, volvió a su ciudad de origen, donde nuestro pensador dedicaba su tiempo a trabajar casi toda la semana, y en su tiempo libre, si se le puede decir así, se dedicaba a una pasión ancestral que implica el pensar racionalmente fuera de los límites que le impone la sociedad: la astronomía.
Es así como empieza en verdad una dualidad entre su parte hombre1 y razonable. Nuestro aspirante a astrónomo, ha empezado a ver el mundo de una manera diferente. Lo que era de tal forma, ya no lo es.
La primera razón, que nuestro pensador ya no cree esa vaga respuesta de que “es así porque debe ser así”. La segunda razón, él sabe que el ser así tiene otras complicidades con el universo. Y sin embargo, el aquí no es suficiente. Nuestro pensador se ha quitado la venda de los ojos para mirar más allá del horizonte, a las estrellas.
Es por eso, que es de primordial importancia que en muchos aspectos sea un astrónomo estepario; dejar la barbaridad humana para aspectos metafísicos que cieguen su corazón pero no sus palabras y pensamientos. Usar su juicio racional como sus lentes para ver ante la realidad que se dispone a descubrir.
No obstante, el astrónomo estepario no solo ha dedicado su vida a pensar. También como muchos de los lectores, ha dispuesto una parte de su alma a las lecturas, otra a la música- no solo para apreciarla sino el sentirla al tocar sus instrumentos-, una más al ocio de los videojuegos, a hacer manillas, a desnudar una parte de él en el papel…
Todo podría ser equivalente a fraccionar la memoria de un computador. Así que nuestro estepario de las estrellas ya no es solo hombre y pensador, como se consideraría al principio, es más bien la amalgama de un conjunto de valores; que combinados con su parte salvaje y racional, ya no es solo tal y lo otro, sino que ahora es Duvan. Ya no es dos, sino muchos. Y es por esto que a pesar de este intento fallido de tratado, nuestro personaje, seguirá siendo un misterio. Al menos, hasta que el lector se vea en la tarea de conocerlo.
De todos los escritos que he leído, sin duda alguna, este es mi favorito. No porque es sobre mí, si no porque ahora soy gran fan de la manera tan buena que Ángelica escribe; incluso me vi en la tarea de leer la obra 'El Lobo Estepario' para comprender mejor el texto, y la analogía que ella hace conmigo es la manera más acertad que describirme, incluso me ayudó a conocer aspectos de mí que la gente percibe y yo no los tenía en cuenta.
ResponderEliminarGracias Angélica por darme una visión más periférica de lo que soy. Ojalá mis trabajos fueran tan buenos como los tuyos.
Saludos.
Coincido con Duvàn, es uno de mis favoritos. Me parece maravillosa la manera en la que plasma al personaje, tomando como apoyo un escrito magnifico como lo es El Lobo Estepario, sembrando un sabor a duda y misterios sobre quièn es èl realmente y las ganas de querer descubrir y sabe màs a cerca del Astrònomo Estepario.
ResponderEliminarMuy encarretadora, desde que leo "astrónomo estepario" me veo obligado a leer todo el texto, que termina bien, pero deja en él un vacío que la personalidad de Duván sabe llenar.
ResponderEliminarEste texto es impresionante, no sólo cumple con darnos un retrato de él compañero Duvan, pero también nos deja ver un poco de Angélica, como dicen por ahí "el escritor plasma en cada texto una parte de si mismo" y en este texto encuentro una parte de Angélica reflejada. Por ésta misma razón es uno de mis textos favoritos.
ResponderEliminar