martes, 15 de marzo de 2016

¿Cómo un trabajo de clase puede hacernos conocer tanto?, por Fredy Montoya García


La semana pasada tuve el privilegio de conocer a Diana, una joven de 17 años, que a pesar de medir 1.58 cm resalta particularmente por el brillo de sus ojos café oscuro, que vive en Bello  con  su mamá y su hermano menor, tiene dientes  pequeños que no opacan su amplia sonrisa, pelo  corto, no es ni delgada ni gorda y tiene tres aretes en su oreja izquierda y dos en  la  derecha,
Su deporte favorito es la apnea o buceo extremo, que consiste en  aguantar la respiración lo  que más se pueda, bajo el  agua. O nadar a profundidades inusitadas, a pulmón libre. Le gusta porque  siente   paz   cuando  está   en  el  agua,  además porque puede aprender más a auto  controlar  su cuerpo.

Además, es scout hace un año  y medio. Y de dicha experiencia los campamentos han sido lo mejor. Allí “no  consigues  amigos,  sino  otra  familia”.

Su color favorito, el  rojo, que para ella  representa a   la  mujer.
Es muy sarcástica.

Le gustan las fiestas, para ella  “son muy cucas parce”. Le encanta bailar  salsa,  la ciencia, estudiar astronomía  en la universidad de  Antioquia, observar el cielo y preguntarse qué habrá más allá…

Es muy tímida, tanto que  no le interesa interactuar con  las personas, aunque conmigo parece que sí,  pues me  contó  muchas cosas sobre ella: Le gusta ir al cine, combinar  todas las gaseosas y descubrir un sabor a vómito dulce.

Su héroe favorito  es su padre, con el que tiene una relación muy profunda, es como si ya se hubieran conocido en otra vida, por la relación tan perfecta que tienen: Es su mejor amigo, su confidente, tienen muchas cosas en común: Su papá estudió física en la Universidad de Antioquia y sacaron casi el mismo puntaje en los icfes.

Una vez se fue con él a un campamento. O a un lugar donde había muchos taoístas. Su padre era uno de ellos y le enseñó muchas cosas sobre esa filosofía.

Un día, en la Universidad de Antioquia, después de clase,   hubo  una  jornada cultural  en  el  TAL, Teatro  al  Aire Libre,  fuimos, participamos  en  un carrusel de  actividades  y  descubrimos  que  nos gusta el slackline, un deporte de  equilibrio  en  el  que   se  usa una   cinta  que   se engancha entre  dos puntos fijos.

Después, fuimos a una charla de astronomía sobre el Solsticio. Allí me di cuenta que le encanta lo que  estudia y hace todo  por  informarse más de  ello.
Usa una  expresión muy mexicana, “no guey” porque una amiga de  los scout la repite demasiado.

Olvidaba decir que le tiene  miedo a la sangre en  abundancia,  un miedo incontrolable, que lo desborda.

Estas, algunas impresiones de mis charlas con é,l en apenas  dos días. Espero que sean más.  

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Fredy, te tomaste el trabajo tan en serio que hasta pasaste toda una tarde conmigo. Con esta actividad comprendí que todos tienen un lado amable, un lado oscuro, un pasado, que todos merecen ser escuchados, sólo hay que tomarse el tiempo y tener las agallas para acercarse.

    ResponderEliminar
  3. Me parece muy buena la descripción ya que hace resaltar la parte más sobresaliente Diana, además de que debo aceptar, me parece una descripción muy divertida, interesante y sobretodo muy humana, ya que se ve que no se describe a una persona ajena a sí, sino a alguien con quién se sintió muy a gusto realizar el trabajo, creo que es un muy buen escrito, ya que no hace tediosa la lectura, no guey, en cambio hace que uno se imagine a esa chica que mezcla las gaseosas, medita debajo del agua y habla con su padre sobre los astros y sobre la vida misma.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. La descripción tiene aspectos bastante buenos, como cuando se incluye una amplia visión del carácter humano, el cual en esta descripción de Diana de vio muy bien elaborado. Bastante buena de leer la descripción.

    ResponderEliminar