“El hombre no sólo está hecho de muerte sino
también de ansias de vida; tampoco únicamente de soledad sino también de
comunión y amor”.
Fragmento
de “La resistencia” por Ernesto Sábato.
Ernesto Sábato nace el 24 de junio de 1911 en
Rojas – Argentina, un pequeño pueblo al que el escritor siempre hace referencia
con añoranza. Proveniente de una familia burguesa, era el décimo de 11 hermanos,
con un padre severo y una madre sobreprotectora. Ingresó después a la facultad de ciencias
físico matemáticas de la Universidad Nacional de la Plata, allí encontró el
orden que en su vida no había, dijo él mismo en la entrevista del programa A
Fondo en 1977 “Los espíritus románticos y tumultuosos buscan muy a menudo las
matemáticas”. Allí formó parte del movimiento comunista, donde conoció a varios
anarquistas, a los cuales decía admirar y por poco participa en la guerra civil
española. Llegó a trabajar en el Laboratorio Curie y en el observatorio
Astronómico de Córdoba; al sentirse vacío abandonó la ciencia para escribir su
primera novela. Continuó su carrera como escritor, publica tres novelas,
variados ensayos y antologías, decía él que quemaba más de lo que publicaba.
Hombre que luchaba por sus ideas a fondo, con cara de abuelo amable y gran
aprecio por el prójimo. Muere el 2011 a los 99 años a causa de una neumonía.
En el libro La Resistencia, Sábato nos pone en
frente la realidad de esta sociedad desenfrenada, aquella que muchas veces
negamos y que está al límite, a punto de resquebrajarse y derrumbarse sobre sí
misma. Aunque también da un mensaje de esperanza, un aliento a resistir, deja
claro que está en nuestras manos cambiar la historia.
La resistencia está contenida en sólo 148
páginas, además de ser una lectura breve es de un vocabulario sencillo, aunque
por la misma realidad que presenta a veces algo amargo. Sábato nos habla como
un anciano con experiencia, alguien que ya ha vivido tanto, que ha visto a la
vida, pura o desenfrenada en todas sus formas y aun así, no lo hace con
soberbia, sino con clara bondad pero con una severa y fija proposición al
cambio.
Toda persona que alguna vez haya sentido la presión sobre sí del enorme
sistema, que se haya impactado al ver
los ojos inertes de los oficinistas, las cantidades de basura que vende la
publicidad, el gris de las ciudades, el correr desesperado de sus semejantes
parecido al de las ratas, los gobernantes aprovechados, la sobre urbanización,
la explotación desmedida del ambiente, la adicción a los medios sobre todo a la
televisión, la pobreza extrema, en resumen las desgracias de la sociedad
actual, debe leer este libro. Para soportar el caos y darse cuenta que no es la única persona que ve
la constante decadencia. Es necesario que seamos conscientes de que la
civilización moderna no ha sido una gracia de unos cuantos años, es el
resultado de siglos de decisiones, pueden haber sido buenas o malas, muchas
revoluciones empiezan con la mejor intención pero terminan degollando, ametrallando
y apuñalando a miles. No hay tiempo para perder, hay que tomar la disposición
de dejar el ego y tomar decisiones con
una consciencia social.
Este es un libro donde se nos recuerda lo mucho
que nos necesitamos unos a otros, Ernesto nos dice que dejemos el orgullo de la
autosuficiencia y nos regalemos al abrazo. Como decía John Lennon en su canción
–Imagine- podrás decir que soy un soñador, pero no soy el único. Es preciso que
el progreso se haga en equipo. No es propicio que ahora callemos cuando nuestra
juventud está en un estado de orfandad, no hay quien los –nos- guíe más que la
pantalla.
El resultado de la lectura es un sabor amargo
con pintas dulces, al fin y al cabo la entropía, la tendencia al caos domina el
universo, aunque de esta resultan maravillosas creaciones. Tal vez sea
necesario que pasemos por situaciones como esta para poder evolucionar.
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