sábado, 20 de abril de 2019

Toby. Por Mariana Ochoa, 10-1.


Había una vez una niña llamada Mariana que tenía muchas muñecas y peluches y vivía con su familia en envigado. Su juguete favorito era un perro con un buso  rojo con franjas verdes, que ella llamó Toby.

Cada que Mariana miraba los ojos de su perro veía en estos una gran tristeza reflejada y no era capaz de sostenerle la mirada. Aun así siempre lo tenía a su lado.

Mariana pasó toda su niñez al lado de su mascota de peluche. Siempre lo llevaba a todos lados.

Un día, a media noche, escuchó un estruendo que provenía de la cocina. Alarmada, despertó a su abuela Rocío y le contó. Su abuela se dirigió a la cocina, la niña iba detrás de ella. Cuando llegaron, encontraron a Toby en  el suelo y muchos trastes quebrados. La abuela tenía cara de temor, como si tuviera un fantasma en frente de ella, pero este gesto no le duró mucho y comenzó a recoger los trastes rotos, mientras Mariana  se iba a dormir.

A la mañana siguiente la abuela preparaba el almuerzo con una tía de Mariana. La  niña pasaba por la cocina y escuchó a su abuela decir, que de nuevo Toby  estaba apareciendo en lugares extraños. Mariana no le prestó atención  a eso.

Con el tiempo Mariana notó que efectivamente Toby aparecía en lugares  fuera de lo usual y pensó que Toby tenía vida. Desde ese día lo trató como una mascota real.

En las noches, Toby siempre desaparecía.

Mariana creció y su familia decidió vender la casa.

La niña no volvió a ver a Toby

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