Un día,
sentado en mi cuarto, sin hacer nada y con una gran crisis existencial encima, me
dio por ponerme a buscar cosas nuevas. No hallaba nada interesante…ya me estaba
quedando dormido cuando a lo lejos escuché una melodía. No sabía de dónde
venía. Se me hacía que era un vecino raro que vive en el mismo edificio y que
se mantiene con su equipo de sonido a todo volumen 24/7, tooodo el año.
La
verdad, es un agradable sujeto. Vive feliz. De personalidad descomplicada, pelo
largo con trenzas, súper enredado, parece un pajar. Viste súper bien.
En la
noche salí. Estaba deprimido. Justamente él también salía. No sé por qué pero
le pregunté por qué siempre estaba feliz. Él con toda la confianza del mundo me respondió,
con voz gruesa, como de locutor: ”ven y te muestro chico. Tal vez lo que te voy
a mostrar lo habrás escuchado alguna vez
en tu vida, pero no como yo lo hago. Asé que ven, te invito a mi apartamento”.
La
verdad, cuando lo escuché me dio un poco de miedo. No puedo negar que me alborotó
la adrenalina, y con mi depresión y sin nada qué hacer, acepté su invitación.
Entré
a su apartamento, todo normal. Él me dijo: “todo muy normal ¿eh?, acompáñame al
mejor lugar de esta casa, mi cuarto; acá conocerás “el idioma de los dioses”.
Así que fui. La verdad, estaba preparado con todas las de la ley para salir
corriendo, después de pegarle tres patadas ninjas en la cara del sujeto.
Al
entrar, vi su cama y un equipo de sonido, al lado de a unas diademas “beats”
blancas, como 80 mil discos de acetato, afiches por todas partes y uno muy
grande de Bob Marley. Nada más. Me dijo: “siéntate”. Le hice caso como si estuviera
entrenando a una mascota. Me preguntó:”¿Quieres hacer un poco de ruido?”. Con un nudo en la
garganta dije: “sí, ¿por qué no”? Así que cerró la puerta (se me pusieron los
pelos de punta), cogió un vinilo y lo introdujo en su equipo de sonido, le subió
el volumen al máximo y empezó a sonar “dont worry,be happy”, de Bob Marley. Me
pidió que me concentrara en su letra, que si tenía algún problema de depresión
o algo similar que intentara solucionar todo por un momento con su letra, que
reflexionara con cada párrafo y sobre todo, con el coro.
Fue
así que logré identificar con la canción mi depresión y aquellas vibras malas.
La verdad, cuando terminé de escucharla sentí un breve alivio, una carga de buena
energía en mi alma. Entendí por qué el sujeto vivía feliz, algo que no es común
en mi mundo.
Quedé asombrado
pues la verdad ¿quién no ha escuchado esta canción? Una Vez la escuché y de unos dos minutos de
reflexión, el sujeto me dice: “¿y qué pasaría si te dijera que en verdad la
canción no duró 3 minutos 50 segundos, que esa es aproximadamente su duración, sino
dos horas? y que en esas dos horas no estuviste aquí, en mi cuarto, sino en
otro mundo ,fuera del tuyo, donde eras feliz ,donde todo era bonito…? ¿Qué
pasaría donde te dijera que puedes hacer esto un millón de veces con las
diferentes millones de canciones que existen? Y que cada cantante es un Dios
que habla a través de sus canciones, cada idioma es un estado de ánimo plasmado
en letras tratando de sacarte de lo que ellos han vivido e incluso peor, con el
fin de darte una vida sabrosa, créeme que de verdad que eso es lo que realmente
describe a un Dios“.
Post
Data: mi “Dios” favorito es Bob Marley.
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