Érase
una vez un niño que tenía a la mejor persona del mundo: su padre. Siempre
estaban juntos 24/7, salían, conocían, hablaban, reían y se divertían mucho. Era
muy atento con él, lo apoyaba en todo, sobretodo en el fútbol, lo llevaba a los
entrenamientos y partidos. Le hacía sentir seguridad en lo hacía.
Su padre padecía de cáncer de pulmón, pero nunca le había dicho nada a su hijo para no preocuparle.
Su padre padecía de cáncer de pulmón, pero nunca le había dicho nada a su hijo para no preocuparle.
Un
día, su padre fue al hospital para mirar cómo iba con su tratamiento. El doctor
miraba los resultados, que no eran optimistas. Aun así, el paciente nunca se
quejaba.
Una tarde el niño estaba haciendo sus tareas, cuando escucha a su padre vomitando sangre. Se queda sorprendido, aunque era muy niño se preguntaba por qué su papá vomita sangre. Él niño sabía que algo no estaba bien.
En una ocasión, su madre se fue de madrugada con su padre para el hospital, cuando el niño despierta pregunta por ellos. Su abuela le cuenta que tuvieron que ir al hospital.
Una tarde el niño estaba haciendo sus tareas, cuando escucha a su padre vomitando sangre. Se queda sorprendido, aunque era muy niño se preguntaba por qué su papá vomita sangre. Él niño sabía que algo no estaba bien.
En una ocasión, su madre se fue de madrugada con su padre para el hospital, cuando el niño despierta pregunta por ellos. Su abuela le cuenta que tuvieron que ir al hospital.
Al
llegar la noche suena el teléfono. Era su madre - Ya no está con nosotros, dijo.
El niño comprendió esa frase y se reventó a llorar. Su padre había fallecido. Ya no lo volvería a ver.
Pasa el tiempo pero el niño nunca dejó de pensar en su padre. Lo considera su Ángel guardián.
El niño se llama Bryan. Ahora tiene 18 años y aún no olvida a su padre. Su más grande bendición.
Recuerda que solo se muere quién se olvida.
El niño comprendió esa frase y se reventó a llorar. Su padre había fallecido. Ya no lo volvería a ver.
Pasa el tiempo pero el niño nunca dejó de pensar en su padre. Lo considera su Ángel guardián.
El niño se llama Bryan. Ahora tiene 18 años y aún no olvida a su padre. Su más grande bendición.
Recuerda que solo se muere quién se olvida.