martes, 27 de agosto de 2019
lunes, 26 de agosto de 2019
Te recuerdo. Por Laura Ceballos Urán, 10-2
Te
recuerdo cada día, en la mañana al escuchar los pájaros cantar, en la lluvia
cuando cae, te recuerdo como si nunca te hubieras ido, te recuerdo en el
resplandor del sol cuando sale.
Te recuerdo cada día cuando llego a ese lugar donde tu cuerpo descansa; tu
tumba al verla me hace recordarte por la una y mil fotos que esta tiene en su
exterior, no te olvido y nunca te olvidare, porque te veo en el brillo de la
luna, aquella que admirabas cada noche.
Te recuerdo, y aunque para mí nunca te fuiste, anhelo verte una vez más con
vida y no en fotos, te recuerdo de la manera en la que nadie te recuerda y en
la que nadie nunca te recordará.
Te recuerdo y aunque odio con el alma el día de tu muerte y aunque cada maldita
noche mi mundo se cae y me veo jodida al no poder besarte ni abrazarte como lo hacía
cuando tan solo era una niña.
Te recuerdo como si tuviera que recordar por obligación cada una de tus
palabras, de tus actos, te recuerdo porque si dejo de hacerlo moriré en vida, y
¡joder! Me duele creer que algún día te pueda olvidar.
Pero hoy te prometo que te recordaré por el resto de mi vida.
domingo, 21 de abril de 2019
De persona a Ángel. Bryan Barrientos Caro, 10°1
Érase
una vez un niño que tenía a la mejor persona del mundo: su padre. Siempre
estaban juntos 24/7, salían, conocían, hablaban, reían y se divertían mucho. Era
muy atento con él, lo apoyaba en todo, sobretodo en el fútbol, lo llevaba a los
entrenamientos y partidos. Le hacía sentir seguridad en lo hacía.
Su padre padecía de cáncer de pulmón, pero nunca le había dicho nada a su hijo para no preocuparle.
Su padre padecía de cáncer de pulmón, pero nunca le había dicho nada a su hijo para no preocuparle.
Un
día, su padre fue al hospital para mirar cómo iba con su tratamiento. El doctor
miraba los resultados, que no eran optimistas. Aun así, el paciente nunca se
quejaba.
Una tarde el niño estaba haciendo sus tareas, cuando escucha a su padre vomitando sangre. Se queda sorprendido, aunque era muy niño se preguntaba por qué su papá vomita sangre. Él niño sabía que algo no estaba bien.
En una ocasión, su madre se fue de madrugada con su padre para el hospital, cuando el niño despierta pregunta por ellos. Su abuela le cuenta que tuvieron que ir al hospital.
Una tarde el niño estaba haciendo sus tareas, cuando escucha a su padre vomitando sangre. Se queda sorprendido, aunque era muy niño se preguntaba por qué su papá vomita sangre. Él niño sabía que algo no estaba bien.
En una ocasión, su madre se fue de madrugada con su padre para el hospital, cuando el niño despierta pregunta por ellos. Su abuela le cuenta que tuvieron que ir al hospital.
Al
llegar la noche suena el teléfono. Era su madre - Ya no está con nosotros, dijo.
El niño comprendió esa frase y se reventó a llorar. Su padre había fallecido. Ya no lo volvería a ver.
Pasa el tiempo pero el niño nunca dejó de pensar en su padre. Lo considera su Ángel guardián.
El niño se llama Bryan. Ahora tiene 18 años y aún no olvida a su padre. Su más grande bendición.
Recuerda que solo se muere quién se olvida.
El niño comprendió esa frase y se reventó a llorar. Su padre había fallecido. Ya no lo volvería a ver.
Pasa el tiempo pero el niño nunca dejó de pensar en su padre. Lo considera su Ángel guardián.
El niño se llama Bryan. Ahora tiene 18 años y aún no olvida a su padre. Su más grande bendición.
Recuerda que solo se muere quién se olvida.
Un Dinosaurio hecho de Objetos. Por Iván Tang Zhu, 10-1
Soy Jack, un estudiante de la
universidad, actualmente estudio Ciencias Políticas.
Antes vivía en un apartamento
pequeño, en un segundo piso. Tenía dos alcobas, una cocina y un comedor. Aunque había dos alcobas dormíamos en una. Solo teníamos un pasillo por
el cual pasábamos y un armario grande que no se podía abrir del todo por la
ubicación de dos camas y tres colchones. Mi Mamá y mi hermana dormían en una y mi papá en otra. Yo en
vez de cama tenía un colchón, en el
suelo.
Nadie dormía en la otra alcoba
porque se le oía mucho los carros que pasaban por las noches y no dejaba
dormir. Esa alcoba se utilizaba para planchar, secar la ropa –tenía un balcón-
y tenía un baño. En los días donde yo no estaba en el colegio jugaba en este
cuarto. No tenía muchos juguetes, solo esos, pequeños, que salían en los
yogures.
Con el tiempo fui combinando
diferentes objetos. Imaginaba que eran personajes de una historia. Uno de los
que fue especial para mí era la combinación de una silla de patas cortas, una
caja de legos encima de la silla y un bolsito de los que se amarran en la
cintura, enredado a la tapa de la caja de Legos: El bolsito era el cuello y la cabeza,
la caja de Legos, el cuerpo. La silla de patas cortas, las patas de lo que en
mi cabeza era el líder de toda una historia creada por mí. Tenía la forma de un
dinosaurio. Era inteligente, sabio, grande y con un gran sentido de la
justicia. Su nombre no lo recuerdo, seguro era raro y poco usado. Era mi
favorito, aunque hice otros personajes con otros objetos este era especial para
mí.
Un día mi mamá botó por error la
silla de patas cortas, la caja de Legos y el bolsito. Creyó que eran basura, pues
en ese momento estaban sucios. Me dijo que los puso en el poste al frente de la
casa. Salí corriendo a ver si estaban, pero no fue así. Salí a buscarlo. Pensaba
que a lo mejor el vagabundo que siempre pasa a esa hora lo tiene.
Habían pasado varias horas, tenía
hambre y cansancio, de caminar. En algún momento giré en una esquina y ahí
estaba el vagabundo con la silla de patas cortas, la caja de Legos y el bolsito.
Los había encontrado, estaba feliz, es como si esos objetos y yo tuviéramos una
conexión especial, como si mi mente inconsciente ya sabía el camino que tenía
de tomar. El vagabundo dormía, cogí mis objetos con la mayor delicadeza,
agilidad y silencio posible. Era de noche, me venció el sueño y me dormí en una
banca, en la calle.
Lo siguiente que recuerdo es
que mi mamá me levantaba, lloraba, preocupada. A su lado estaba mi papá.
Actualmente no sé qué habrá
pasado con esos objetos, lo que si se es que me importaban bastante y pasé
buenos momentos con ellos.
sábado, 20 de abril de 2019
Andrés Leonardo. Por Por Juan Fernando Carrillo Cárdenas,10-1.
Cuando yo era niño, como a
los 5 o 6 años, no tenía juguetes porque los destrozaba, ninguno me duraba más
de un mes, los destruía de alguna forma, ya sea quitándole las baterías o sacándoles
el relleno.
Llegó el día en el que mi
mamá decidió no volver a comprarme juguetes, porque según ella yo los
desaparecía. Eso no me afectó, ya que estaba acostumbrado a no hacer nada, pero
sentía la necesidad de tener algo en las manos, alguien con quién jugar. Pasé
muchas tardes solo, con la compañía del televisor, uno viejo, de pantalla
“inflada”, con cinco canales nacionales y uno venezolano que se veía borroso,
en el que de vez en cuando emitían dibujos animados.
Todos los días era la
misma rutina, me hacía falta un amigo…
Un día mi tía me trajo un
regalo de cumpleaños atrasado, eso me sorprendió, hacía tiempo no recibía un
regalo, era un caballo de palo con la cabeza gris. Brinqué de la felicidad, ya
que a mi me encantaban los caballos.
Desde ese día nunca me
volví a sentir solo, traté a ese caballo de palo como a una persona real. Mi
mamá me dijo que le pusiera un nombre. Lo pensé y lo llamé Andrés Leonardo, que
así se llamaba mi mejor amigo del colegio.
No sé por qué le puse
hasta apellido. Casualmente Andrés Leonardo era el único caballo de palo que no
solo se usaba para montar, también podía caminar -dando pequeños saltos-, cocinar, ser un guardián, médico o paciente.
Dormía conmigo, aunque
fuera un palo. Yo podía hablar, pero él no, al menos como una persona, sino en un
idioma que llamé “caballesco”.
Cada vez que jugaba con Andrés
Leonardo hablaba caballesco, un idioma
conformado por relinches de caballo, decidí que fueran relinches para que
Andrés Leonardo pudiera comunicarse de forma más fácil.
Pasaron años jugando con el
caballito.
Un día, de tanto jugar con
él, se le cayó un ojo. Lo tomé como un juego y fingí llevarlo a un hospital,
donde en vez de jeringas había agujas de coser. El hospital era el cuarto de mi
abuela. Le pedí a ella que le cosiera un ojo a mi caballo de palo. Ella agarró
una bola de lana gruesa y una aguja grande y empezó a coserle el ojo.
Mientras, yo hacía
la voz de Andrés Leonardo, decía que le dolía mucho y le pedía que tuviera
mucho cuidado. Ella lo reparó y me lo devolvió. Seguí jugando con él varios
días más, hasta que un día decidí cortarle el cabello -tenía una melena de lana-,
cogí las tijeras de mi abuela y empecé a cortarle la lana hasta quedar casi
calvo. Nunca lo había lavado, tenía el pelo negro de la mugre, como yo, ese día.
Nos lavaron el cabello, primero lo lavé a él, lo llevé al lavadero y le dije a
mi mamá que me prestara su champú.
Así que ella fue al baño y
trabajó, no sólo el champú, sino el
jabón de manos y la crema del cabello. Me ayudó a bañarlo. Quedó limpio y suave,
con olor a vainilla.
Traté a ese caballo como a
mi hermano.
Como todo niño fui dejando
mi imaginación y mis juguetes. Cada vez jugaba menos con Andrés Leonardo, me
aburría.
Un día, simplemente me
olvidé de él, de su lenguaje, de sus comidas, de sus aventuras.
Actualmente tiene un alto
valor sentimental para mí y aún lo conservo, así no lo use. Nunca me desharé de
él, pues él fue por alguna vez mi mejor amigo en vida, aunque él no la tuviera.
El idioma de los Dioses. Por Santiago Nieto, 10-1.
Un día,
sentado en mi cuarto, sin hacer nada y con una gran crisis existencial encima, me
dio por ponerme a buscar cosas nuevas. No hallaba nada interesante…ya me estaba
quedando dormido cuando a lo lejos escuché una melodía. No sabía de dónde
venía. Se me hacía que era un vecino raro que vive en el mismo edificio y que
se mantiene con su equipo de sonido a todo volumen 24/7, tooodo el año.
La
verdad, es un agradable sujeto. Vive feliz. De personalidad descomplicada, pelo
largo con trenzas, súper enredado, parece un pajar. Viste súper bien.
En la
noche salí. Estaba deprimido. Justamente él también salía. No sé por qué pero
le pregunté por qué siempre estaba feliz. Él con toda la confianza del mundo me respondió,
con voz gruesa, como de locutor: ”ven y te muestro chico. Tal vez lo que te voy
a mostrar lo habrás escuchado alguna vez
en tu vida, pero no como yo lo hago. Asé que ven, te invito a mi apartamento”.
La
verdad, cuando lo escuché me dio un poco de miedo. No puedo negar que me alborotó
la adrenalina, y con mi depresión y sin nada qué hacer, acepté su invitación.
Entré
a su apartamento, todo normal. Él me dijo: “todo muy normal ¿eh?, acompáñame al
mejor lugar de esta casa, mi cuarto; acá conocerás “el idioma de los dioses”.
Así que fui. La verdad, estaba preparado con todas las de la ley para salir
corriendo, después de pegarle tres patadas ninjas en la cara del sujeto.
Al
entrar, vi su cama y un equipo de sonido, al lado de a unas diademas “beats”
blancas, como 80 mil discos de acetato, afiches por todas partes y uno muy
grande de Bob Marley. Nada más. Me dijo: “siéntate”. Le hice caso como si estuviera
entrenando a una mascota. Me preguntó:”¿Quieres hacer un poco de ruido?”. Con un nudo en la
garganta dije: “sí, ¿por qué no”? Así que cerró la puerta (se me pusieron los
pelos de punta), cogió un vinilo y lo introdujo en su equipo de sonido, le subió
el volumen al máximo y empezó a sonar “dont worry,be happy”, de Bob Marley. Me
pidió que me concentrara en su letra, que si tenía algún problema de depresión
o algo similar que intentara solucionar todo por un momento con su letra, que
reflexionara con cada párrafo y sobre todo, con el coro.
Fue
así que logré identificar con la canción mi depresión y aquellas vibras malas.
La verdad, cuando terminé de escucharla sentí un breve alivio, una carga de buena
energía en mi alma. Entendí por qué el sujeto vivía feliz, algo que no es común
en mi mundo.
Quedé asombrado
pues la verdad ¿quién no ha escuchado esta canción? Una Vez la escuché y de unos dos minutos de
reflexión, el sujeto me dice: “¿y qué pasaría si te dijera que en verdad la
canción no duró 3 minutos 50 segundos, que esa es aproximadamente su duración, sino
dos horas? y que en esas dos horas no estuviste aquí, en mi cuarto, sino en
otro mundo ,fuera del tuyo, donde eras feliz ,donde todo era bonito…? ¿Qué
pasaría donde te dijera que puedes hacer esto un millón de veces con las
diferentes millones de canciones que existen? Y que cada cantante es un Dios
que habla a través de sus canciones, cada idioma es un estado de ánimo plasmado
en letras tratando de sacarte de lo que ellos han vivido e incluso peor, con el
fin de darte una vida sabrosa, créeme que de verdad que eso es lo que realmente
describe a un Dios“.
Post
Data: mi “Dios” favorito es Bob Marley.
Reencuentro. Por Alessandro Gallo Lara, 8-3
En un
barrio dominado por las pandillas, el robo y la muerte, vivía en una vieja casa abandonada, Rodrigo.
Casa que estaba en medio de una guerra de bandas, lo que hacía que fuera casi
imposible vivir ahí. Pero Rodrigo no quería irse de allí, ya que era
el único recuerdo de su hija
Elisa, a quien tuvo que . entregar al Instituto de Bienestar Familiar, porque
él no podía cuidarla. Fue en el tiempo en el que las pandillas se apoderaron
del barrio, y su salud empeoraba.
De vez
en cuando hacia trabajos temporales,
para ganar algo de dinero. No siempre le alcanzaba para comer. Hasta pensó en
suicidarse, pero no lo hizo, porque tenía el sueño de volver a ver a su hija. Por
eso, a veces, en vez de comida, compraba boletos de lotería.
El día
del sorteo de la lotería solía ir a un bar a pocas cuadras de su casa, donde su
amigo Andrés, que era el dueño, y le pedía que le pusiera la transmisión por
televisión.
Con el
tiempo, los boletos de lotería eran cada vez más caros y, a Rodrigo se le dificultaba
más comprarlos, hasta que no pudo hacerlo; lo que hizo que perdiera la esperanza de volver a ver a su
hija.
Andrés
sabía que Rodrigo no podía comprar más boletos y quiso comprarle uno para su
cumpleaños. Ese día Rodrigo fue al bar de Andrés, y éste le regala un boleto, que resultó
ganador como pudieron darse cuenta durante la transmisión del sorteo, por
televisión.
Rodrigo reclama
su premio y después va al Instituto de Bienestar Familiar, pero al preguntar por Elisa le dijeron que hacía
cinco años había dejado el lugar.
Regresó
al bar y le preguntó a su amigo
-¿Cuánto
tiempo ha pasado desde que empecé a jugar la lotería?
-Casi 15
años.
Rodrigo
se sorprendió al oír esto, estaba tan centrado en volver a ver a su hija, que
perdió la noción del tiempo…
-¿Qué
puedo hacer ahora?
–Podríamos
llamar a la gente de ese programa de reencuentros, he oído que son muy buenos
A
Rodrigo le gustó la idea. Al contactarlos les dijeron que no tardarían más de
un mes en encontrar a Elisa. Rodrigo compra ropa para que su hija no lo vea con
la que tiene, rota. Y la guardó. Pasaron los meses y no encontraban a Elisa.
Rodrigo,
discute con la gente encargada de la búsqueda y después se fue para el bar, pero
al entrar, se desmayó.
Al
despertar se dio cuenta de que estaba en un hospital, en esas escuchó a su
amigo Andrés hablando con un doctor, que le dice
-su
amigo está muy débil, al parecer lleva demasiado tiempo sin comer y es poco
probable que sobreviva.
Al
escuchar esto se puso muy triste, no podría volver a ver a su hija de nuevo. Ya
a punto de morir, sintió a una persona
abrazándolo y cuando abrió los ojos vio a una niña, él pensó que por fin pudo
ver a su hija, que pudo cumplir su sueño y que podría morir en paz.
La niña salió
de la habitación, después de la muerte
de su padre y Andrés le preguntó -¿de verdad eres la hija de Rodrigo?- y la
niña le respondió: -no, en realidad soy su nieta, mi madre murió hace dos años
en un accidente de avión.
Toby. Por Mariana Ochoa, 10-1.
Había
una vez una niña llamada Mariana que tenía muchas muñecas y peluches y vivía
con su familia en envigado. Su juguete favorito era un perro con un buso rojo con franjas verdes, que ella llamó Toby.
Cada
que Mariana miraba los ojos de su perro veía en estos una gran tristeza
reflejada y no era capaz de sostenerle la mirada. Aun así siempre lo tenía a su
lado.
Mariana
pasó toda su niñez al lado de su mascota de peluche. Siempre lo llevaba a todos
lados.
Un
día, a media noche, escuchó un estruendo que provenía de la cocina. Alarmada,
despertó a su abuela Rocío y le contó. Su abuela se dirigió a la cocina, la
niña iba detrás de ella. Cuando llegaron, encontraron a Toby en el suelo y muchos trastes quebrados. La abuela
tenía cara de temor, como si tuviera un fantasma en frente de ella, pero este
gesto no le duró mucho y comenzó a recoger los trastes rotos, mientras Mariana se iba a dormir.
A
la mañana siguiente la abuela preparaba el almuerzo con una tía de Mariana. La niña pasaba por la cocina y escuchó a su
abuela decir, que de nuevo Toby estaba
apareciendo en lugares extraños. Mariana no le prestó atención a eso.
Con
el tiempo Mariana notó que efectivamente Toby aparecía en lugares fuera de lo usual y pensó que Toby tenía
vida. Desde ese día lo trató como una mascota real.
En
las noches, Toby siempre desaparecía.
Mariana
creció y su familia decidió vender la casa.
La
niña no volvió a ver a Toby
viernes, 15 de febrero de 2019
miércoles, 13 de febrero de 2019
VIOLETA CUMPLE TRES AÑOS Y CONCEDE ENTREVISTA. Por Juan Miguel Villegas Jiménez. 13 de julio de 2010 a las 20:27
-Una laaarga entrevista con Violeta, a punta de dedos de chocolate y tornillos de pasta con salsa de jamón y queso-
Violeta nació el 12 de julio de 2007. Tres años después, habla por primera vez con la prensa. Para lograr la primera parte de esta entrevista fue necesario recurrir a la vieja táctica del soborno. Por cada tres o cuatro preguntas, la niña recibió un trozo de dedito de chocolate. De otra manera habría sido necesario perseguirla de su cuarto al primer piso, del primer piso al rincón de los juguetes, y de ahí a la cocina. Por fortuna, cada vez que huyó de la rueda de prensa bastó un grito de “¿Quién quiere deditos de chocolate?” para tenerla otra vez a merced nuestra. Debido a la cantidad de preguntas recibidas desde el ciberespacio, los apoderados de la menor exigieron suspender la reunión hasta el día siguiente, pues la agenda de la la pequeña incluía asistir a una función de Toy Story 3 y visitar algunos seres queridos. La segunda sesión fue posible gracias a un plato de pasta con jamón y queso y a la paciencia de los reporteros que soportaron los desaires, las distracciones y el fastidio habitual en una niña azotada por semejante lluvia de preguntas. De manera que la continuidad y fluidez de la entrevista es sólo aparente. El siguiente es el resultado del esfuerzo hecho por varias agencias informativas y por los generosos lectores que ayudaron a nutrir el cuestionario:
¿Tú sabes qué es una entrevista?
...¿Qué?
Es que alguien te hace muchas preguntas.
Papá, a mi me gustan los elefantes.
Me parece muy bien. Ahora cuéntame, ¿tú cómo te llamas?
Violeta Villegas Gutiérrez.
¿Cuántos años tienes?
Tres (mostrando tres dedos de la mano derecha)
¿Te gusta tener tres años?
Sí.
¿Cuántos años te gustaría tener?
Ocho años.
¿Dónde vives?
En esta casa.
¿Y dónde queda esta casa?
En Colombia.
¿Cómo se llaman tus papás?
Juan Miguel Villegas, y Silvia Luz Gutiérrez.
¿Qué has hecho hoy?
¿Tú me cuentas la historia de esta ranita? (mostrando una rana de plástico)
Pero después de que me respondas qué has hecho hoy, ¿bueno? ¿Qué hiciste por la mañana?
Por la mañana hice bien.
¿Y qué más hiciste?
Hice más bien.
¿Qué es lo que más te gusta hacer?
Me gusta hacer bien.
Bueno, ¿pero qué más te gusta hacer?
Me gusta sacar todos los juguetes. Además yo hago unos morritos (de juguetes). Me gusta quitarme la ropa y bañarme. Me gusta hacer unos ratones de plástico.
¿Qué es lo que más te gusta comer?
Sopa con lentejas.
¿Si un hada te preguntara qué comidas quisieras que aparecieran aquí en tu pieza, qué le dirías?
Señora hada: yo quiero un aguacate.
¿A dónde te gusta ir de paseo?
A Unicentro a comer helado de chocolate con vainilla mezclado con sandía.
¿Y a dónde te gusta ir de paseo con tus papás?
Al mar.
¿Y a dónde te gusta ir de paseo con los amigos?
Es que me da mucha risa.
¿Cuáles son tus juguetes favoritos?
Los pájaros de plástico.
¿Y los muñecos que más te gustan?
Los hipopótamos.
¿Qué opinas de las entrevistas?
Ya no quiero más hablar de las entrevistas.
(Después de una larga pausa...)
¿Cuál es tu color favorito?
El negro, y el rosado.
¿Qué canciones te gustan?
Las de Johny Cartucho, y las de los Indios Pirulines. (Ambas de la Sinfonía Inconclusa en 'La' Mar, de Piero)
¿Qué libros te gustan?
Los del chigüiro. Los de Blanca Nieves. Y los de las lámparas.
Pero no tenemos libros de lámparas...
Pero mañana compramos uno en una tienda.
¿Qué películas te gustan?
La de la Bella y la Bestia. Y la de la vieja.
¿La de la vieja? ¿Cuál es esa?
Mmm... La de la abeja. (Bee Movie).
¿Y los programas de televisión que más te gustan?
Los Backyardigans. Y Jorge El Curioso.
¿Cuáles son tus deportes favoritos?
El fútbol, y el basquetbol.
¿Cuáles son los animales que más te gustan?
A mí me gustan las mariposas.
¿Y cuáles más?
Me gustan los antílopes, y los leones.
¿Qué es una familia?
Es cuando uno almuerza abajo. (En el comedor todos juntos, y no arriba viendo t.v)
¿De qué te acuerdas cuando eras bebé?
Que me hicieron un disfraz de florecita con un pantalón de hojitas. (Su primer disfraz, aún presente en fotos por ahí...)
¿Qué quieres ser cuando seas grande?
Que voy a poder usar las tijeras.
¿Cómo se llama el amiguito o la amiguita que más quieres?
La compañera de mi guardería Pelusa, se llama Abril.
¿Y qué juegas con Abril?
Juego leones, y a las cebras.
¿Y de qué hablas con ella?
De los leones, de los marranos y de las cebras.
¿Qué es lo que más te gusta de tus papás?
Me gusta que los papás me cojan manzanas.
¿Las personas para qué viven?
Mmmm.... ¿Para qué viven? Para que uno las salve de leones. O cuando están en muros o en hielo.
¿Qué se siente dormir una siesta?
Es cuando uno duerme.
¿Y qué se siente?
Se siente bien.
¿Tú tienes un amigo imaginario?
Sí
¿Cómo se llama?
Jérran.
¿Y cómo es Jérran?
Es muy pequeño porque es un bebecito.
¿Y dónde vive?
En una casa pequeña.
¿Y qué juegas con él?
A que tiramos pelotas así (salta).
Si tú eres blanca, ¿por qué te llamas Violeta?
Porque soy muy blanca como la nieve.
Si mezcláramos el rojo y el azul, ¿sabes qué color aparece?
Cuando uno mezcla un color con otro, se convierte en otro color.
¿Y si mezclamos rojo y azul? (Se procedió a hacer la prueba científica)
¡Violeta! (Eso dijo. No morado, ni púrpura ni fucsia...)
¿Qué crees que aparecería si mezcláramos muchas flores rojas y cielos azules?
Ns/Nr
¿Tú eres capaz de meter la punta de la nariz en tu ombligo?
No soy capaz de tocarme la nariz con la lengua... Sólo puedo saltar y correr.
¿Te gusta que te preguntan si quieres más a tu papá o a tu mamá?
Yo te quiero muchísimo... (Abrazo espontáneo).
¿Qué es lo que más te ha gustado de estos 3 años de vida?
Me gusta mi cumpleaños.
¿Por qué?
Porque era muy divertido.
¿Qué es Dios?
Es cuando uno pide un deseo y le regalan un regalo.
¿Qué sentimientos te han gustado más de los que has aprendido?
Ns/Nr
¿Si pudieras convertirte en un animalito, en cuál te convertirías?
Es que yo solo quiero ser una niña, porque a mis compañeros les da mucho susto convertirme en un animal.
¿Te hubiera gustado tener una hermanita gemela, una hermanita igualitica a tí?
Ns/Nr
¿Has tenido sueños cuando duermes?
Sí.
¿Te acuerdas de un sueño que te haya gustado?
Es que estoy jugando con mi pelota porque las personas piensan que yo soy un fantasma metido en esta casa, pero yo soy Violeta que juego con mi pelota... (Respondió mientras jugaba con una pelota)
¿Qué opinas de los adultos? ¿De las personas grandes?
Las personas adultas salvan a los hijos.
¿Quién vive en el cielo?
Los pájaros.
¿Y quién más?
Los gavilanes.
¿Te gusta más el papá de pelo largo o de pelo corto?
De pelo corto.
¿Por qué?
Porque me parece muy lindo.
¿Te gusta vivir en Medellín o quieres irte para otra ciudad?
Para Caquetá. (Tiene un rompecabezas de espuma con el mapa de Colombia).
¿Por qué para Caquetá?
Porque es una ciudad muy bonita y me gusta mucho y me encanta mucho mucho mucho.
¿El papá te da todos los juguetes que quieres, o no?
Sí.
¿Cuál color te gusta más? ¿El rojo o el verde?
Me gusta el café.
Pero entre el rojo y el verde...
Me gusta más el rojo.
¿Tú sabes qué es un periodista?
Cuando uno lee un periódico.
¿Qué se siente que tus papás sean periodistas?
Que a uno lo abrazan.
Medellín, julio 13 de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)