Los adolescentes. Esos grandes desconocidos. Fascinantes y a la vez aterradores. ¿Cómo es ser adolescente? ¿Alguien lo sabe? ¿Hablan ellos de sí mismos? Y si no, ¿quién habla en su nombre. Pues una de las personas que se ha ocupado de ellos ha sido Christine Nöstlinger.
A veces coincido con grupos de adolescentes cuando viajo en metro y en autobús. Entonces me quedo completamente atrapada por sus conversaciones. Me dejan alucinada. No hace falta forzar mucho la oreja, porque ellos hablan a grito pelado. Da igual que estén charlando del examen de mates, de algún compañero (que normalmente no sale muy bien parado) o de sentimientos súper íntimos. Lo cuentan todo como si el resto del mundo no existiera.
Pero, ¿qué les pasa? ¿Por qué cuándo van en manada parece como si reunieran todos los males de la humanidad? ¿Y por qué sin embargo otras veces sus conversaciones son auténticas, y arrojan una verdad y una espontaneidad que en general cuesta bastante descubrir en las charlas entre adultos? ¿Cómo es posible que hayamos desconectado tanto de nuestro «yo» adolescente?
A la mayoría de los adultos, los adolescentes se nos atraviesan. A mí me dan pánico. Y al mismo tiempo quiero entenderlos, porque ya he visto que el tiempo cuando tienes hijos no da ninguna tregua y en unos pocos años se me plantan dos púberes en la puerta.
Pero hay algunas mentes privilegiadas que saben cómo hablar con estos seres misteriosos y cómo despertar su interés. No hay muchas personas con este don, pero su número va creciendo a juzgar por el éxito que parece estar teniendo en los últimos años el género literario «Young Adult».
Christine Nöstlinger
Una de las autoras, a la que ya casi podríamos denominar «clásica», que mejor ha entendido a los adolescentes ha sido Christine Nöstlinger. Puede que así, a bote pronto, no reconozcáis este nombre. Pero si fuisteis buenos lectores con doce, trece o catorce años, seguro que pasó por vuestras manos alguno de los trabajos de esta escritora austríaca, ganadora de los premios Hans Christian Andersen y Astrid Lindgren. Me importa un comino el rey pepino, Konrad o el niño que salió de una lata de conservas, Filo entra en acción, Una historia familiar, Intercambio con un inglés, Querida Susi Querido Paul, Bonsai, Mini entra en acción, son sólo una pequeña muestra de todos los títulos que alumbró.
Fue una escritora muy prolífica y traducida, que combinó la literatura infantil con la juvenil. Brilló en las dos, pero en este post me referiré especialmente a la segunda.
Los adolescentes no son idiotas
Estaba claro que ella no tenía a los adolescentes el miedo que les tengo yo. Más bien, parece que los jóvenes gozaron de su admiración y respeto más profundos. Este me parece el mejor punto de partida para dedicarles un libro. Sólo así puedes tomarte en serio algunos temas que, en la cabeza de un adulto, pueden sonar algo ridículos: el primer amor, el qué pensarán, las primeras manifestaciones de desobediencia crítica, la inmersión en los «vicios» adultos (el alcohol, el tabaco, el sexo), el enfrentamiento con la autoridad…
Los adolescentes que retrata Nöstlinger no dan vergüenza ajena. No sé si podríamos decir lo mismo de ciertos vampiros crepusculares que estuvieron de moda hace unos años. Los adolescentes de Nöstlinger parecen bastante más inteligentes que muchos de los adultos que les rodean. Son los adultos de sus relatos los que desconciertan. Son incomprensibles. Y es así como debe de ser, puesto que no se dirige a ellos. A quien se dirige es a esos niños que pronto van a dejar de serlo, que van adentrándose poco a poco en un mundo desconocido.
Por ello podríamos decir que, aunque el éxito de sus libros se debe a muchos factores, el primero y más importante es que no trata a sus lectores con condescendencia. No está escribiendo el manual de una tostadora. Sus lectores son personas inteligentes y no necesitan un relato que venga machacadito.
Escribir para adolescentes y no sucumbir en el intento
Pero además trata temas en los que los adolescentes se reconocen. Temas que son importantes para ellos. Nöstlinger no escatima detalles a la hora de reflejar algunos conflictos típicos de la juventud. Yo recuerdo bien lo impresionada que me dejó hace ya unos veinte años el encuentro íntimo y muy realista que narra en Gretchen se preocupa. De hecho, y aunque hoy esto nos pueda parecer sorprendente, su obra fue polémica en ocasiones precisamente por su forma de tratar sin tapujos algunos de estos problemas. Por eso, entre otras cosas, su trabajo no ha perdido vigencia.
Otra de las claves de su cercanía es el uso que hace del sentido del humor. También el hecho de esgrimir permanentemente un tono crítico y antipedagógico que le aleja de las moralejas tradicionales y la sitúa del lado de los oprimidos, los incommprendidos, los diferentes. Se vale para ello de un lenguaje sencillo y coloquial, lleno de giros localistas que acentúan su realismo. Los personajes también son reales: no caben en sus historias los seres idealizados, sino los defectuosos, los que tienen grises.
Para un adulto lector puede que las novelas de Nöstlinger no supongan un reto demasiado grande. O puede que sí. Puede que este adulto tenga la suficiente inteligencia empática como para sorprenderse con la magia que desprenden sus historias. En cualquier caso, creo que éstas pueden resultar muy positivas para aquellos que, como yo, están tratando de comprender y de perder el miedo a esta peculiar tribu de chavales de catorce años. ¡Atreveos con ellos!
¿Recordabais a Christine Nöstlinger?
Tomado de: http://www.yomimeconlibro.com/2017/11/15/christine-nostlinger-perder-miedo-adolescente/
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