Hace tiempo, en una granja vivía una familia muy pobre, que se sostenía de lo que sembraban. A diario pasaban cosas muy raras. Ellos realmente no sabían qué era lo que pasaba. En el día la pasaban bien, estaban tranquilos, pero en la noche... llegaban los espantos: cuando se levantaban encontraban las cosas tiradas debajo de las camas. Así resultaba difícil dormir, todo el tiempo escuchaban que una persona se tranportaba de un lado al otro. Se sentía cuando comían pero al encender la luz no había nada. Parecía como si de un momento a otro, los ruidos se esfumaran.
Una tarde fueron donde un sacerdote, para que visitara la casa y la rezara.
Esa noche la mamá se va para la cama de la hija y ésta, muerta de miedo le pega un puño en la cara, pensando que era el duende.
A la mañana siguiente llega el padre y le echa agua bendita a toda la casa. De inmediato se empiezan a escucha un llanto por toda la casa, y nunca pero nunca se volvió a ver ni a escuchar al duende.
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